A veces me sorprendo pensando: “Nada de lo que hago es suficiente”.
Y me pregunto: ¿Cuántas de nosotras vivimos acompañadas por esa voz que nunca se calla?
He compartido con mujeres brillantes, profesionales, mamás, emprendedoras, que por fuera parecen tenerlo todo bajo control, pero por dentro cargan un peso invisible.
Se exigen más de lo que exigirían a cualquiera, corrigen hasta el último detalle, se castigan por cada error como si la única manera de crecer fuera con un látigo en la mano.
Es cierto, esa exigencia quizá nos impulsó en algún momento: nos ayudó a destacar, a ganarnos un lugar, a empezar un negocio, a demostrar que podíamos.
Pero con los años deja de ser motor y empieza a ser carga. Nos drena.
Se mete en la salud, en las relaciones, en la alegría de lo que hacemos.
En un taller de velas, una amiga me confesó:
No importa todo lo que logro siempre termino fijándome en lo que salió mal. Es como si hubiera un juez dentro de mí que nunca se calla.
Y pensé: por eso estamos acá.
Por eso encendemos una vela, mezclamos aromas, pintamos las bases.
Por eso existen los Ossa Wax Melts y nuestros talleres: para bajarle el volumen a esa voz que exige y subirle el volumen a la calma, a la presencia, al disfrute.
Porque la exigencia te quita aire.
La excelencia, en cambio, nace de un lugar mucho más suave, del amor por lo que haces, no del miedo a equivocarte o a no lograrlo.
Cada aroma enciende un recordatorio:
No tengo que hacerlo todo. No tengo que hacerlo perfecto.
Solo tengo que hacerlo presente y hacerlo con intención.
Recuerda callar a esa voz, y escuchar la tuya, la que te abraza por dentro, la que te recuerda que ya eres suficiente, que no tienes que demostrarle nada a nadie para merecer tu propia calma.
Gracias Ossa Fan por visitarme,
Un abrazo fuerte, Laura